¡Ave Caesar, morituri te salutant! Decían los gladiadores brazo en alto con el saludo solar romano luego de entrar al Coliseo y antes de empezar la batalla, lo que evidencia que no sólo era una prueba de valor sino ceremonia sagrada. Estamos tan acostumbrados a la vulgaridad de nuestro siglo que no se nos ocurre pensar que Roma, siendo un portento en Arte, Ciencia, Arquitectura, Literatura, era grandeza de la raza humana, y que por lo mismo la batalla entre gladiadores tenía una elegancia sacra incomprensible para nosotros. Dice el filósofo Epícteto que los gladiadores rezaban al dios Marte pidiéndole la oportunidad de un combate en la gran arena para demostrar su fuerza. El estoicismo llevado al pleno de la valentía se daba entre ellos y sólo los más duros y resistentes triunfaban.
¿Por qué saludaban con tanto respeto al César? Porque para ellos no era la figura de un tirano sino la de un pontífice, tal como un hombre espiritual ve a su máximo líder, él era el elegido de Júpiter, el pueblo le decía «divino». Soldados en guerra y gladiadores en el Coliseo morían con honra por el César. Cómodo quiso pelear en la arena siendo emperador debido al prestigio que poseían los gladiadores; esas eran sus ceremonias sagradas y representaban las luchas de los héroes mitológicos; rosas y guirnaldas se lanzaban sobre los ganadores, eran verdaderos sacrificios humanos en el altar de Marte. Quien llevaría al fin de los combates entre gladiadores fue el monje cristiano Telémaco quien bajando a la arena pidió el cese de éstos, la plebe molesta lo linchó y el emperador Honorio enfurecido por aquel último sacrificio humano en el Coliseo, prohibió los combates de gladiadores para siempre.
Texto: Álvaro Morales Valdés
© Álvaro Escritor
(Pintura: Gladiadores victoriosos ofreciendo las armas a Hércules Guardián, obra de Andrés Palardé.)
Masticadores/Sur 
Excelente tu artículo de hoy, con un enfoque muy personal, claro está. Cordial abrazo.
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