Denuncia penal ¿o la tiran al corner? (crónica) —By Germán Krebs



Vivo en un típico edificio en un barrio de la ciudad de Buenos Aires. El edificio tiene diez pisos. En cada piso hay cuatro departamentos. Uno de ellos al frente, otro al contrafrente y dos laterales. Todos tienen ventana a un pozo de aire común. Los del frente también tienen balcón a la calle y los del contrafrente al pulmón de la manzana.  Yo vivo en el quinto piso, al frente.
Estos edificios constituyen consorcios de propiedad horizontal y están regulados por ley. En nuestro edificio es toda buena gente. Típicos vecinos de clase media de la ciudad. La mayoría son amables y saludan cuando se encuentran en los pasillos o el ascensor. Algunos son solidarios y ayudan con los problemas de los demás.

Hace unos años, por algunos indicios, comenzamos a analizar los gastos del consorcio, su cumplimiento fiscal y algunos otros temas. Llegamos a la conclusión de que el administrador hacia unos años que se quedaba con parte del dinero que recaudaba. En ese momento era una cifra del orden de treinta mil dolares. Comenzamos el difícil trabajo de convencer a los vecinos. Cerca de la mitad no lo podían creer o se negaban a accionar contra el administrador por diversas razones.

Finalmente, solo ocho de los cuarenta propietarios pusieron la firma para una demanda penal por estafa.

Presenté la denuncia penal en la Cámara Criminal y Correccional de esta ciudad de Buenos Aires.  Como era mi primer denuncia penal, a esta altura de la vida, va un breve relato.

Me atiende una empleada detrás de un vidrio y habla en voz baja, casi murmura.
Le pido que hable más fuerte porque me cuesta entenderla. Me gano una mirada de fastidio.
Le entrego los dos originales para que me selle uno. Los hojea brevemente, me pide aclaración de algunos nombres y que anule las carillas en blanco.
Luego me pregunta:
—¿Que delito denuncia?
Aleccionado por el abogado respondo:
— No denuncio delitos; denuncio hechos.
—Si, claro, pero ¿Que delitos? Por ejemplo robo, homicidio, fraude…
—Sospechamos, de acuerdo a los hechos que relatamos, una administración fraudulenta de los fondos del consorcio.
—Ah… y a quienes denuncia ¿A ambos, solo a los Guzmán o solo a Administración Luminaria?
—A ambos Guzmán con seguridad, pero no se Luminaria porque no es persona jurídica…
—Eso lo decide el juez.
—Bueno, entonces a los tres.
—De acá va a la fiscalía.
—¿Quien? ¿Yo?
—No; la denuncia — con cara de aburrimiento.
—Tengo una carpeta de antecedentes para agregar.
—Llévela cuando vaya a ratificar.
—¿Cual es el próximos paso?
—Lo citarán para ratificar.
—Gracias.
—Mbrgrm…
Entiendo que la denuncia pasa a un Juzgado Criminal y Correccional.
Me citaron por teléfono a ratificar la denuncia en la fiscalía. Durante la conversación intentaron hacerme desistir de la denuncia. Pregunté si era el fiscal o su secretario. Respondió que ninguno de los dos. No desistí de la denuncia así que me dieron día y hora para ratificar.
Llegué puntual y me anuncié. Me atendió el mismo que llamó por teléfono. Dijo que era un auxiliar de la fiscalía y que serían «5 minutitos».
Fueron dos horas y cuarto. Creo que «me castigó» por ratificar la denuncia.
Trataré de ser lo mas breve posible.
Varias veces fue y volvió con la cantilena de que la denuncia no era «la via idónea», reiterando la conversación telefónica previa en la que trató de disuadirme de seguir con la denuncia.
Me hizo saber que estaba bajo juramento, asustándome con el falso testimonio. Le pregunté como podía cometer falso testimonio si lo único que presentaba era una sospecha fundada en documentación pública. Cambió el tema.
Después de ratificar los datos personales asentó quien era la nueva administración, el período de vigencia de la anterior administración, las fechas de asamblea de revocación y designación de la nueva.
En el medio me entretuvo recontando varias veces las hojas de la carpeta con información que presenté y me hizo firmar las 117 hojas.
Me preguntó como yo sabía tanto de consorcios. Le dije que por mi esposa que era administradora. Me preguntó el nombre de ella y comentó, con una sonrisa,  que ella era la segunda de la lista de denunciantes.
Asentó que era denuncia a titulo personal y sin representación formal del consorcio. Asentó que no se había hecho reclamo por la via civil y que no se intimó por la documentación y fondos del consorcio. Me explicó que si la denuncia avanzaba se tendría que probar el dolo, la intencionalidad. Le pregunté como uno puede apropiarse de millones de pesos de un consorcio sin dolo. Sonrió y me respondió.
-Que me pasen la receta.
La nota ¿jocosa? es que te asustan con el falso testimonio y ¡ellos asientan que declaré frente al fiscal! lo que es falso, solo era un empleado de la fiscalia. O sea que siempre hay falso testimonio, mio, del auxiliar y, una vez que firme, del fiscal.
El acta fueron dos carillas y media tamaño oficio. Tampoco entiendo como se intercalan charlas informales mientras se lee la declaración jurada.
Pidió que le presenten un escrito si se produce la demanda civil y/o novedades.
Pedí copia del acta y no me dieron. Pedí constancia de ratificación y no me dieron. Me explicó que porque era denunciante. Para pedir documentación debería ser querellante. En fin, una experiencia interesante y penosa al mismo tiempo.
La causa lleva años tramitando en secreto. ¿Será justicia?

https://www.germankrebs.com.ar

Deja un comentario