Cada mañana, los vecinos del barrio no entendían como se podían encontrar el parque lleno de charcos a pesar de que hacía semanas que no caía ni una gota. El único que sabía la respuesta era el abuelo Pepe, que se levantaba de madrugada para tirar cubos de agua, para seguir escuchando las risas de los niños divirtiéndose en el fangal.
Qué lindo relato, Fran.
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Muchísimas gracias compañera 😊
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