AL FINAL DEL PASILLO — By Isabel Navarrete —

Rosa, Angel y sus dos hijos planificaron las vacaciones para ir a un hotel cerca de la playa y con piscina. Cuando llegaron estaban ilusionadísimos. Los niños rápidamente se pusieron el bañador y se fueron a la piscina. Los padres sacaron la ropa de las maletas y la colocaron primorosamente en el armario. La habitación tenía una cama de matrimonio y un litera para los niños. Ángel se asomó al pasillo, ya que antes, con las prisas, no lo había visto bien. Su cuarto estaba al salir del ascensor a la derecha en la última habitación. Al otro extremo del pasillo, a la izquierda, había lo que parecía ser un trastero. Tenía una puerta de madera vetusta que chocaba esteticamente con las puertas de contrachapado de las otras habitaciones. Salió Rosa de su habitación y se encontró a Ángel en el pasillo.

– ¿Pero qué haces aquí?
– Ssss habla flojo. Allí al fondo del pasillo hay una puerta de madera vieja. ¿Vamos a echar un vistazo?
– Como tú quieras aunque me da un poco de miedo. Entiendo que es algo irracional-dijo Rosa.

Allá fueron los dos. La puerta estaba cerrada con llave, lo que reforzaba su teoría de que podía ser un cuarto trastero. Ángel pegó la oreja a la puerta y oyó una especie de gruñidos y movimientos de muebles. Lo comentó en recepción y le dijeron que allí no había nadie, que efectivamente era un trastero.
Los niños volvieron de la piscina, cenaron y se acostaron, estaban exhaustos. Ángel se levantó a las cuatro de la mañana y se dirigió al trastero.

-¿Hay alguien ahí?
-Ssss sí, mis padres, los dueños del hotel, dicen que soy un monstruo y me tienen encerrado para que no aterrorice a la gente.
-¿Pero cómo eres?
-Tengo aquí un espejo alto, espera. Soy muy alto, fornido, cabeza grande y lo peor, tengo un gran ojo en la frente.
-Entonces pareces un cíclope, que eran seres mitológicos, pero tú eres real, debe ser alguna mutación genética.
-¿Puedes salir de aquí?.
-Tengo la llave. Mis padres me dejan salir de madrugada a dar una vuelta por el jardín cuando hay luna nueva.
-Eso será mañana. Bueno, me tengo que ir.
-Hasta pronto, ven algún rato a charlar.
-Claro, no te preocupes.

Por la mañana desayunaron y fueron a la playa. Los niños construían castillos de arena y Ángel aprovechó para contarle a Rosa lo del monstruo. Ella le dijo que fuera muy precavido.
A las tres de la mañana, los niños se escaparon y fueron a bañarse a la piscina de noche, les hacía ilusión. La luna nueva apenas se apreciaba desde el jardín. A uno de los chicos le dio un calambre y se estaba hundiendo. Su hermano trató de ayudarlo pero fue peor. Iban a morir ahogados. A esto vieron lo que parecía un supérheroe. Se lanzó a la piscina y con sus fuertes brazos los sacó y los chicos les dieron las gracias. Otro huesped obsevó la escena y fue a coger su rifle de caza. Pensó que el monstruo despedazaría a los niños y le disparó tres tiros por la espalda. El gigante se desplomó muerto y los niños lloraron por su salvador.

Isabel Navarrete

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